La darrera biblioteca de l'any és una biblioteca de ficció recomanada pel Lluís, autor de Lecturas errantes. Apareix al llibre "La promesa de Kamil Modráček: Réquiem por los cincuenta" de Jiří Kratochvil.
Aquesta biblioteca pertany al doctor Pesek que està molt feliç amb els seus llibres però quan s’anuncia la visita del doctor Venhoda...
"Y tal como estoy, todavía descalzo, recorro el apartamento y paso por delante de la librería acristalada y mi ángel de la guarda me hace volver la cabeza en ese justo momento, y qué veo, horror de los horrores: "La Revolución Mundial", de Masaryk, "La Negra Horda", de Hovstovský, las "Memorias", de Benes ¡y todos esos libros angloamericanos! Como si no supiera que Venhoda es de los que están entrenados para rastrear con los ojos y uno solo de esos libros podría poner patas arriba mi vida entera. Después de la visita de Venhoda podría aparecer aquí la policía un día como en casa de los Kratochvil. No, no puedo jugar con algo así. Así que inmediatamente me pongo manos a la obra.
Expurgo de mi librería algunas joyas literarias subversivas, como "Retirada de la Gloria", de Lockhart, "El Camino a la Libertad", de Sartre, "El Extranjero", de Camus, "Contrapunto", de Huxley, "Por Quién Doblan las Campanas", de Hemingway, "Cass Timberlane", de Sinclair Lewis, y los relatos de James Thurber y otros crímenes literarios burgueses. Por si acaso guardo también "Asesinato por Cortesía", "El Caso del Profesor Roch" y "Alma de Asesino", tres novelas negras del doctor Stefl, porque hace un tiempo, Venhoda me comentó que su modo de escribir le dejaba indiferente, y que consideraba que sus novelas eran literatura decrépita y decadente.
Mañana tengo que comprar algunos libros de Pavel Kohout y compañía para rellenar los huecos que han dejado los subversivos. Pero ¿dónde voy a meter esos libros tan peligrosos? No puedo arriesgarme a venderlos a un anticuario, allí también hay delatores. Intentaré meterlos debajo de la cama y del armario, aunque si uno se aleja de la cama y del armario se verán seguro. También podría no llevar al camarada Venhoda a mi dormitorio, pero como ya he dicho, es un curioso. Si no lo llevara allí, entraría él solo. Perdone, diría, pensaba que aquí estaba el baño. Y se agacharía, vaya, si este tiene libros debajo de la cama. No, no, tengo que sacar los libros de casa. Al sótano, dónde si no. Allí no tengo porqué llevar al camarada. Después ato los libros en dos paquetes y con una cuerda hago uno lazos para poder llevarlos cómodamente."