Com us vaig avançar fa uns dies aquí teniu l'entrada del Lluís on explica el millor conte sobre biblioteques:
El mejor relato de bibliotecas de la historia.
Sí, ya sé; el mejor relato literario sobre bibliotecas es "La Biblioteca de babel", de Jorge Luis Borges. Pero yo me refiero a bibliotecas no tan metafísicas y más como las que pisamos cada día de nuestras vidas.
El mejor relato de bibliotecas de la historia.
Sí, ya sé; el mejor relato literario sobre bibliotecas es "La Biblioteca de babel", de Jorge Luis Borges. Pero yo me refiero a bibliotecas no tan metafísicas y más como las que pisamos cada día de nuestras vidas.
Se trata de un relato de uno de los mejores estilistas de la fantasía, Gene Wolfe, y figura en el prólogo de una de sus mejores colecciones de relatos, "Gene Wolfe's Book of Days", que tienen como nexo común el que todos los cuentos se refieren a una fecha o festividad significativa.
Refiriéndose al libro, Gene Wolfe dice:
«Su autor os suplica que lo conservéis como un objeto físico, de manera que a su debido tiempo pueda ser compartido por otros. Si lo habéis comprado, esos otros pueden ser amigos que todavía no habéis conocido o hijos con los que hasta el momento sólo habéis soñado. Si lo habéis pedido en préstamo en una biblioteca, están vuestros pares en la comunidad, que tienen los mismos derechos que vosotros. Dejad que os cuente una historia.
»Un conocido mío que era estudiante universitario una vez descubrió una puerta secreta en la biblioteca de la universidad. Era una salida de incendios que estaba casi bloqueada por una enorme caja de libros llena de volúmenes de cincuenta años de antigüedad en lenguas foráneas --la mayoría en serbo-croata, dijo-- y que era desconocida por el personal actual de la biblioteca. Por el exterior, estaba bien disimulada por el hollín.
»Puesto que no había pomo de puerta por el exterior, no podía utilizarla para entrar en la biblioteca; pero podía, y lo hizo, emplearla para salir en compañía de cualesquiera libros que le apetecieran. Y le apetecían tres o cuatro casi cada día.
»Vivía en un pequeño apartamento alquilado fuera del campus, y no tenía otro hogar. Conforme los semestres se transformaron en años, este apartamento se llenó de libros robados. Los libros se apilaban en cada mesa, en cada rincón, e incluso en el diminuto y vacío minibar. Libros acechaban como ladrones bajo su cama. Libros impermeables sobre natación, navegación a vela, peces tropicales y temas parecidos se alineaban sobre el borde de la bañera; la cisterna del inodoro gruñía y perdía bajo la aplastante carga de un centenar de libros humorísticos, de modo que, incluso cuando estaba sentado pensando cómo podía librarse de los millares de libros robados, tenía miedo de que pudieran caer y aplastarle.
»Tomó en consideración simplemente devolver los libros a la biblioteca, pero puesto que nunca había sido registrada su salida, difícilmente podían ser retornados, y le parecía que la bibliotecaria en jefe --una mujer con una mirada singularmente fría-- ya sospechaba de él. Pensó en enviarlos por correo de forma anónima, pero el coste del franqueo hubiera sido de vértigo. Consideró incendiar el edificio en el que vivía, pero estaba seguro de que perdería muchas y valiosas posesiones olvidadas y enterradas bajo los libros. El día de la graduación se acercaba ominosamente.
»Por fin dio con un plan que parecía a prueba de bomba. En lugar de aceptar una lucrativa oferta por parte de una gran empresa, haría fabricar un sello de goma que pusiera DADO DE BAJA POR LA BIBLIOTECA DE LA UNIVERSIDAD. Durante los meses inmediatos a la graduación, estamparía todos los libros con tinta violeta. En octubre vendería su automóvil y zapatillas de deporte, pediría prestado todo el dinero que pudiera y abriría una pequeña tienda de libros de segunda mano. El pensamiento de tener un expositor de postales cerca de la puerta le alegró el ánimo.
»Un bello día de mayo, mientras pensaba en métodos para atraer a los ladrones de libros a la tienda, volvió a su apartamento y abrió la puerta para encontrarse con la visión que más había temido durante los negros años en los que se había ahogado entre los volúmenes atesorados. La bibliotecaria en jefe estaba sentada esperándole en la única silla no ocupada por libros, en su propia sala de estar-comedor-cocina americana. Ese conocido mío se hubiera desmayado si hubiera podido, pero nunca había sido de reacciones rápidas. Y ella, en cambio, jamás había sido de reacciones lentas, y en ese momento crucial mostraba una calma gélida.
»--Lo siento, señor --dijo--, pero esta sección de la biblioteca cierra dentro de cinco minutos.
»Era mediodía del sábado, y mi amigo se convirtió en un vagabundo sin techo alguno en la faz de la tierra hasta las 9:30 de la mañana del lunes.
»Esta ha sido la historia para Fecha de Devolución. La gente que jamás lee prólogos se la ha perdido.»
¿Qué? ¿Es o no es la mejor historia sobre bibliotecas jamás escrita?
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