dimarts, 30 d’octubre del 2012

STADTARCHIV DE BAD WIMPFEN

Fa un parell de setmanes vaig assistir a un casament a la preciosa localitat alemanya de Heinsheim. Es prop del riu Neckar i té al voltant d’un miler i mig d’habitants. No hi vaig descobrir cap biblioteca o arxiu però sí a la ciutat de Bad Wimpfen, que està a 6 quilòmetres de Heinsheim i que també vaig visitar.

L’Stadtarchiv  és a dir, l’arxiu de la ciutat, té una història curiosa: abans era la presó del contat. L’edifici el va ordenar construir el 1839 el Gran Duc d'Hesse Ludwig II.

Bad Wimpfen té l’únic museu del món dedicat a l’Àngel de la Guarda.




dilluns, 22 d’octubre del 2012

BIBLIOTECA LA FLORIDA

La setmana passada vaig haver de visitar la Biblioteca La Florida per qüestions de feina. Allà, a més de rebre un tracte exquisit per part del personal, vaig descobrir que durant aquest mes l’espai dedica una exposició als 40 anys de moviment veïnal a L’Hospitalet de Llobregat.

La biblioteca ocupa 800 metres quadrats i comparteix edifici amb el Casal d’Avis La Florida. Com podeu veure a la fotografia compta amb un espai d’intercanvi de llibres.

Per cert, em vaig emportar en préstec "Incerta glòria" de Joan Sales, novel·la que comentarem a la propera sessió del Club de Lectura Obert de la biblioteca on treballo, del qual sóc responsable des de fa pocs dies. Em fa molta il·lusió!








dilluns, 15 d’octubre del 2012

GASTRONOMIA, CARTELLS I BIBLIOTEQUES

Avui us presento tres imatges molt diferents sobre llibres i biblioteques. El que tenen en comú és que les tres me les ha fetes arribar el meu amic Carlos que viu a Melbourne i a qui visitaré la setmana que ve.

La primera és un dibuix que s’inspira en un vers de la cançó "Handsome Devil" de The Smiths, la banda liderada per Steven Patrick Morrissey (o senzillament Morrissey com és més conegut): “There's more to life than books you know, but not much more” i ve a dir a la vida hi ha més coses que no només els llibres però poc més.


L’altra és un cartell de la New York Public Library per celebrar el National Library Card Sign-up Month, La frase escollida per fomentar les inscripcions a la biblioteca és aquesta: “A picture’s worth a thousand words? A library card’s worth millions” (o sigui “Una imatge val més que mil paraules? Un carnet de biblioteques val milions”).


I l’última és una fotografia d’unes delicioses muffins. El millor és que reprodueixen cobertes de llibres, com "The Taming of the Shrew" ("La feréstega domada") de William Shakespeare, "A Woman of Substance" ("Toda una mujer") de Barbara Taylor Bradford i "The Book Thief" ("La ladrona de libros") de Markus Zusak.


dimecres, 10 d’octubre del 2012

FORMACIÓ SOBRE LAYAR A L'EMPRESA DIGIT

Dimecres de la setmana passada vaig impartir una formació sobre Layar a Digit, una empresa que es dedica a l’àmbit de la comunicació en el sector de la preservació del patrimoni. Durant el curs vam veure de l’edició d’una capa o layer amb elements geoposicionats (l’editor triat va ser Hoopala Augmentation, degut a la gratuïtat i facilitat d’us de la interfície) i també Layar Vision, és a dir, l’aplicació de Layar que permet la incorporació de continguts de realitat augmentada vinculats a imatges o marcadors. Per crear la capa amb reconeixement d’imatge vam emprar Poiz, un editor que permet fins a trenta dies gratuïts de demostració. 

A més vam parlar de Layar Creator, la plataforma en la qual Layar està centrant els seus esforços, que permet enriquir revistes i llibres i que des de l’1 d’agost d’enguany incorpora noves tarifes (100 pàgines per 999 euros o bé 15 euros per pàgina).

dilluns, 8 d’octubre del 2012

PRESENTACIÓ AL CONGRÉS INTERACCIÓN

Com us explicava en un dels posts anteriors, la nostra experiència “Realidad aumentada en las bibliotecas de la ciudad de Barcelona” va ser presentada al congrés Interacción 2012.

Ho va fer la Mireia Ribera, coautora de l'article, a qui podeu veure en aquesta imatge. La notícia també la podeu llegir al bloc d'Adaptabit, el grup de treball de la Universitat de Barcelona dedicat a l'accessibilitat digital en docència, recerca i innovació docent.

divendres, 5 d’octubre del 2012

BUSCANT UN ANUNCI A UNA BIBLIOTECA PÚBLICA

Avui us mostraré una altra biblioteca de ficció que he descobert de la mà del Lluís, el lector errant. Com explica ell “apareix (de fet, és quatre cinquenes part del relat) en el conte "El Anuncio" de Nugent Barker”.

El relat s’inclou a l'antologia de contes de terror editada per Javier Marías el 1995, "Cuentos Únicos":

Hacia las tres de la tarde de un caluroso día de agosto, un hombre alto y con cara de persona estudiosa salió de una bocacalle y empezó a caminar sin prisa por aquella importante arteria urbana, entre el ruido del tráfico. La gente tropezaba con él a cada dos pasos, y entonces él, levantando los ojos del suelo, se disculpaba con la mirada.

Cuando se dio cuenta de que estaba a punto de entrar en la Biblioteca Pública, una amarga sonrisa se dibujó en su rostro, y se quedó inmóvil un instante mirando fijamente las dos manchas de sol que espejeaban en sus zapatos. La fuerza de la costumbre lo había llevado hasta allí, a mitad de las escaleras de acceso a la biblioteca. El sitio al que primero había pensado dirigirse estaba a un centenar de yardas más allá, en la misma calle.

De pronto se vio ante el mostrador en donde se devuelven los libros y se pagan las multas. El rostro familiar de la joven le sonrió con sus gruesos labios y se sintió reconfortado. Se apresuró a devolverle la sonrisa al tiempo que le decía:

—No vengo a devolver ningún libro, sino a llevarme alguno —y, acto seguido, se pasó más de una hora hojeando libros.

Empezó dándose una vuelta por los estantes de narrativa. Austen, Balzac, Chejov, Conrad, Flaubert... nombres que, en aquella calurosa tarde en que cada minuto parecía una hora y su mente toda esperaba en suspenso, traían vividamente a su memoria personajes y escenas con los que tanto había disfrutado, y la certeza de que volverían a colmarle de placer. A veces un súbito impulso lo llevaba a tocar algún libro con sus finos dedos; pero hasta que no llegó a Gautier no sacó ninguno de su sitio. Y entonces, apartándose de los estantes, leyó por sexta o séptima vez en su vida la descripción de la vieja mansión de El capitán Fracasse. La desolación del pasaje encajaba perfectamente con su estado de ánimo. Oyó una vez más el croar de las ranas en el río. Volvió a ver la techumbre de tejas rojas, parcheada como si tuviera lepra, las vigas contra las que se estrellaban en su vuelo los murciélagos, las rotas contraventanas, la gruta poblada de estatuas en el jardín invadido por la maleza. Y minutos después volvió a vagar sin rumbo por entre los estantes de la biblioteca. Refrescó su corazón con nombres tales como Singapur, Macasar o Carimata. Escuchó la apasionada música amorosa que Freya Nelson —o Nielsen— tocaba en una de las Siete Islas.

El ánimo que lo llevaba a abrir este o aquel libro cambiaba pronto de norte. En seguida buscaba otro ambiente, otro autor, y los iba escogiendo con criterio seguro. Dejó a Conrad y buscó a continuación el abrupto paisaje de El Duelo de Chejov. Los personajes habían salido a merendar al campo y las sombras del crepúsculo se cernían ya sobre ellos. Unas piedras dispersas por la pradera les servían de asiento; había una manta de viaje extendida en el suelo y una fogata encendida. A su alrededor altas montañas dibujaban su mole contra el cielo. Formaban un marco imponente que parecía tener a raya los frágiles nervios, a punto de estallar, de los excursionistas.

La Sección de Préstamos era vasta y fría; al otro lado de los ventanales que daban a poniente un jardín relucía al sol. El hombre vagaba en silencio de libro en libro. En ocasiones sus pensamientos habían girado sobre asesinatos, robos y extraños inventos relacionados con la muerte. Noches en las que el arte sombrío de la novela policiaca había ejercido en él un efecto sedante, permitiéndole conciliar un sueño profundo. Tales eran los relatos que ahora empezaba a hojear. Pasaba nerviosamente las gruesas hojas e iba leyendo los sugestivos títulos de los capítulos. Y todo el tiempo una expresión de angustia no exenta de horror contraía su rostro.

De los estantes de narrativa pasó a los de «otros géneros», y su pálida mano, que brillaba a la luz del sol, sacó un ejemplar del Libro de criminales notables de H. B. Irving. En cierta ocasión había acariciado la idea de editar un libro como aquél, o de escribirle a alguien como el reverendo Selby Watson, que una tarde de domingo había matado a su mujer en un acceso de melancolía. Y allí estaba también el doctor Castaing, quien con aquel rostro alargado de facciones tan regulares, el pelo peinado hacia atrás, la frente despejada, y aquellos ojos alicaídos, más parecía un sacerdote que un médico. El lector levantó la vista y en el estante de encima descubrió La historia de los cardenales ingleses; y tapándoles la boca o los ojos con su delgada mano, fue estudiando detenidamente aquellos rostros clericales.

Las biografías le entretuvieron un buen rato. Leyó sobre músicos, artistas, inventores, exploradores; hasta que de repente sintió un ansia incontenible de mapas y de geografía, de libros de viajes, en especial de los que versaban sobre las amplias llanuras de la Inglaterra interior y de las descripciones de aquellos condados que nunca había visitado. Alcanzó uno sobre Rutland y leyó por encima una página que trataba de sus paisajes típicos; encontró y examinó otro sobre los pueblos del valle del Támesis, y miró detenidamente sus ilustraciones... la del viejísimo puente, por ejemplo, tendido entre hondas llanuras...

Volviendo de nuevo a los estantes de narrativa buscó aquellas novelas que siempre había querido leer y que nunca había leído: La Cartuja de Parma de Stendhal, Padres e hijos de Turgueniev, las sátiras de Erewhon de Samuel Butler, los relatos del conde de Gobineau, y muchas más. No las cogía para enfrascarse en su lectura. Se contentaba con mirar fijamente los títulos. Allí estaba el segundo volumen de Rojo y negro; él estaba leyendo el primero, pues lo tenía en casa; en algunos pasajes, en el giro sutil de una frase, había llegado a adivinar el terrible desenlace. Y paseándose con aire meditabundo a lo largo de los estantes, llegó a Merrick. Merrick le gustaba mucho. Conrad en busca de su juventud era uno de sus libros favoritos. Pero el ejemplar no estaba en su sitio y, de pronto, mientras miraba fijamente el hueco del estante donde la busca de la juventud habría tenido que estar, sintió la boca seca y un regusto amargo en el paladar que le hizo estremecer, y se dirigió a toda prisa hacia el mostrador de la salida. La joven le sonrió con sus gruesos labios; sus gafas, admirablemente redondas, reflejaban la luz del sol ocultando sus ojos.

—No he cogido ningún libro —dijo con voz grave, y salió al vestíbulo de la entrada. En la pared había una lápida de mármol; en ella leyó el nombre de uno de los alcaldes anteriores, nombre que, días y días después, habría de seguir resonando en su cabeza. De la calle entraron unos niños corriendo y chillando. Llevaban libros bajo el brazo. Tropezaron con él y luego desaparecieron por la puerta de la Sección Infantil.

Se adentró por un pasillo que conducía a unas escaleras, sin saber a dónde iba. En aquel túnel mal iluminado vio una estantería de gran solidez y reforzada por gruesos soportes. En ella se alineaban enormes tomos con ejemplares de The Times encuadernados. Cada uno de los volúmenes abarcaba un año. En un arranque de cólera bajó uno y sujetándolo con ambos brazos lo llevó con más facilidad de lo que esperaba a una mesa de la Sala de Lectura, y allí fue pasando aquellas páginas amarillentas que debían haber sido blancas como el lino unos cincuenta años antes. Nunca hasta entonces había visto el anuncio. ¿Lo habría guardado su madre? ¿Lo habrían conservado sus manos?

WARRINGTON-COOMBE: El 10 de agosto de 1885, en el 41 Durham Street, Fulham, MARY, esposa de R. H. Warrington-Coombe, ha dado a luz un hijo varón.

Al pie de la escalinata de la biblioteca un bebé que iba en un cochecito lo miró ceñudamente con su fea y arrugada cara. Ensordecido por el tráfico, cegado por el sol, se abrió camino con paso desafiante entre la multitud. Estaban añadiendo un ala nueva al edificio de unos grandes almacenes y oyó los martillos de los obreros que montaban los andamios. Cuando, al fin, entró en el edificio al que había pensado dirigirse primero, le temblaban las rodillas y sintió frío. El agente de policía que estaba sentado tras una mesa en una sala desnuda que olía a tinta miró al hombre con ojos tan azules como benévolos. Luego, mientras estudiaba con la mirada las manos y la boca del visitante, le escuchó.
—Me llamo John Warrington-Coombe —dijo el hombre que había salido de la biblioteca—. Vivo en Durham Street. He vivido allí toda mi vida.
Luego se humedeció los labios con la lengua y la mesa tembló un instante.
—He venido a entregarme —murmuró con voz ronca—. He asesinado a mi madre.

dimecres, 3 d’octubre del 2012

EL LAYAR DE LES BIBLIOTEQUES DE BARCELONA AL CONGRÉS INTERACCIÓN

Des d’avui fins a divendres se celebra a Elx la tretzena edició del congrés internacional Interacción. Es tracta d’un seguit de conferències que tenen com a objectiu principal difondre els avenços en l’àmbit de la interacció persona-ordinador.

Un dels temes que es tracten és el de la realitat augmentada. La Mireia Ribera, professora de la Facultat de Biblioteconomia de la Universitat de Barcelona i experta en accessibilitat i jo hem elaborat un treball titulat “Realidad aumentada en las bibliotecas de la ciudad de Barcelona” que ella presentarà en solitari (m’hagués agradat molt acompanyar-la però no ha pogut ser) dijous 4 a les 16h i que es basa en el projecte de geoposicionament de continguts de realitat augmentada davant la façana de totes les biblioteques de Barcelona desenvolupat l’any passat.

Aquí us podeu descarregar la capa de Layar que vaig crear i aquí podeu veure el programa de les conferències que integren el congrés.

dilluns, 1 d’octubre del 2012

BIBLIOTEQUES DE LA CATALUNYA NORD (2)


Com ja us comentava en un post anterior, aquest estiu he voltat molt per la Catalunya Nord, especialment per la comarca del Vallespir.

Allà vaig conèixer, gràcies a una visita a la Médiathèque Jean Soler d'Arles sur Tech (o sigui Arles de Tec), una de les biblioteques més boniques que he vist en els darrers anys, que la comunitat de municipis de l’Alt Vallespir va crear el 2010 la Médiathèque Intercommunale de Haut-Vallespir, institució de la qual en depenen les biblioteques de Amelie-les-Bains-Palalda, Arles-sur-Tech, Prats de Mollo-la Preste i Saint Laurent de Cerdans.

Com podeu veure en les diferents fotografies que us mostro a continuació, la biblioteca d’Arles de Tec és plena de detalls acollidors, com la secció de diaris i revistes on es poden trobar, entre d’altres, L’Indépendant, Le Nouvel Observateaur, Géo, Terre Catalane...

O el plafó amb les votacions dels integrants del club de lectura. La bibliotecària em va explicar que, a diferència, del que es fa a altres biblioteques, allà cada membre llegeix mensualment un llibre diferent i comparteix la seva opinió amb la resta de les persones del club.

I també la petita exposició de lectures estiuenques “Les oubliés de l’été”.









Aquesta és la Bibliotheque Municipale Hervé Bazin de la localitat d’ Els Banys i Palaldà (Amélie-les-Bains-Palalda). Aviat s’hi duran a terme unes obres de remodelació:



I per últim aquí teniu la Bibliotheque Municipale de Saint Jean Pla de Corts (Sant Joan de Pladecorts), integrada dins de l’Espace Socio-Culturel. A aquesta localitat l’agrupació castellera l’Angelets del Vallespir organitzava a finals d’agost Grande Rifle Bilingüe a la place de la Repúblique amb sortejos diversos.